Ese amor de los años primeros

Me ha vuelto a escribir, creo que el rocío del que he hablado le ha llegado a tientas al pecho, y le germinó la semilla que pensé podrida. Pero para que entiendan les dejo aquí unos poemas y escritos viejos ya en mi cuaderno, para entrarlos en contexto.

Poema 1.

Cuando tenía 7 años conocí el amor por primera vez, eso creo. Él era un año mayor que yo, pero como diez años mayor en desastre. Me atrajo quizás su empedernida rebeldía, en alguna medida sus ojos café, y la ilusión de ser yo la única capaz de redimirlo, con mi cabello siempre largo y mis cuentos de montañas de helado. Escribía desde entonces versos baratos y los escondía en la esquina más apartada del armario. Un día mi madre los descubrió, me miró inquisitivamente y solo atiné a decir “¿no puedo enamorarme?” Tenía siete años.

La cúspide de ese amor fue un abrazo inocente en mi cuadra siempre oscura -por eso de período especial, ahorro de energía y apagones- pero para mí habían centellas alumbrando mi desliz, y ojos de muchedumbre en desaprobación.

Fue un amor sin buenos augurios, yo siempre negando lo que todos sabían, él siempre en espera de decisiones audaces que jamás llegaron.

A veces pienso en él, y creo que él ha de pensar en mí, pues algunas noches siento que el alma se me va del cuerpo y regresa a los tiempos de amores simples y apasionados. Estoy segura que regresa a él.

Poema 2.

Tan febril se tornan mis noches en sus sueños que me he persuadido de una fuerza que las mueve. Es un discurso repetido que evoca una pasión infantil. Cómo quisiera que fueran tus ansias, tu mente indiscreta, tus besos que por no haberse dado desean más. Cómo quisiera que fuera la fuerza de tu insomnio al pensarme lo que me desvele. Esta fantasía ha goteado en mi pecho y quizás en el tuyo ha sido aguacero, nunca lo sabré. Cómo quisiera que este jardín renuente a marchitarse fuera el resultado de un rocío traído a tientas, desprendido de una lluvia lejana que no cesa. Y pienso en ti, y me aferro a hacerlo; quizás con la ilusión de que este peso de llevarte en mí y no tenerte te alcance algún día.

Poema 3.

Hoy sé que es virtud adquirida, después de mucha práctica, distinguir sentimientos. También sé que quien la posee evita dolores al alma. Que el amor de los años primeros nunca se marcha, aunque parece ausente.  Ese mismo amor queda anclado en los huesos, un día otro lo alza, y aunque te quite el peso siempre te desgarra. Hoy sé que no he sido virtuosa, mis huesos están desgarrados y no hay práctica que te enseñe a amar como en aquellos años.

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Ahora sí, espero que entiendan: me ha vuelto a escribir. Pero no tenemos nada que ver, ni siquiera hablamos las mismas palabras, y no me refiero al vocabulario, del idioma hablo. Me cuestiono si alguna vez nos comunicamos por otro medio más que por el de los ojos. Porque le escucho, le leo las oraciones, y lo sé un extraño de tiempo y tierra, de vibra y vida.

Me ha partido el corazón. No lo quiero. Le pensaba infantilmente a veces, para que se me avivara la inspiración y ser capaz de escribir de amores lejanos en años y en distancia. Y me duele que así sean otros amores que me eché en el bolsillo y a los que cosquilleo con mi juego de manos.

Esos amores de los años primeros, que no me escriban, prefiero.