Mi rincón

Todos los caminos del mundo conducen a mi rincón. Todas las tierras que piso me traen de manera incomprensible la fragancia de la lluvia desplomada en mis tardes de infancia.

Desvaloraba yo los arroyos donde brincaba y chapoteaba, donde el barro era universo lanzado sobre los sueños, sin escapatoria. Con desdén, los vericuetos adoquinados de mi ciudad, me eran comunes.

Mi esquinita de ser, el centro de gravedad del que no huyo, succiona y empuja, me mantiene en órbita por rumbos muchos, me hala fuerte a mi almohada fresca y mi cama teñida de rayos de sol en forma de persiana, bañada del olor a vinagre y limón, del humo de tren, de los insistentes pregoneros de flores marchitas.

Todos los caminos del mundo son laberinto con salida única.