Realidad o polvo

Creo que hay un poder inexplicable en el pensar hondo y prolongado. Anoche pensaba en la comodidad que encuentro en la lámpara que me acompaña, que es testigo y cómplice. Es de esas lámparas que tocas tres veces para hacer que alumbre fuerte y a la cuarta se apaga, de esas que sólo tienes que estirar el brazo como orden.

Está rota, no se nota pero está. Lo primero fueron los cristales, luego la armadura, ahora es un esqueleto en forma de candelabro. 

Pensé fuerte en cuánto me gusta esta lámpara. Siempre que pienso con muchas ganas algo sucede: se hace realidad o se hace polvo.

Hoy la toqué dos veces, lista para el tercer toque, y ahí explotaron sus tres bombillas al unísono. Me cayó una tristeza sólo comparable a las veces que, en mi niñez, esperaba con ilusión una película que pasarían por la televisión, y en la hora justa cortaban la luz, saben, por eso del desamparo del imperio rojo, embargo económico, crisis, período especial, imperialismo y vergüenza.

Y cabe preguntarse entonces, ¿por qué no se hacen verdades otros deseos, que por íntimos callaré? No es suficiente pensar largamente, llego a concluir. La premeditación lo arruina todo, ¿o lo hace polvo quizás?

Foto de Anete Lusina encontrada en Pexels